Ciudad conquistada by Victor Serge

Ciudad conquistada by Victor Serge

autor:Victor Serge [Serge, Victor]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 1932-01-01T05:00:00+00:00


11

El Primer Regimiento Estonio se pasó al enemigo el 24 de mayo. El Tercero de Infantería de la Segunda Brigada cometió traición el 28 de mayo. Este batallón, acompañado del comisario de la brigada, Rákov, estaba acampado en Vyra. Al amanecer, un antiguo oficial de la guardia que ahora era miembro del Partido Comunista, respaldado por un destacamento de soldados, hizo detener a todos los comunistas. Rákov se defendió solo en una cabaña, luchó desesperadamente y se reservó la última bala para sí mismo. Los demás comunistas fueron exterminados. Fusilaron a cinco mujeres en camisón en un campo húmedo. Por la mañana llegó un general. Tras la masacre, los hombres habían pasado una hora descosiendo las estrellas rojas para remplazarías por escarapelas nacionales. Precedidos por la música, desfilaron para sus nuevos comandantes como tropas de un cuadro militar. Pasaron algunos días. Por debajo de Gátchina, a las puertas de la ciudad, un regimiento estableció un frente defensivo. Los refuerzos llamados apresuradamente se concentraban con lentitud, sin municiones, sin víveres, sin calzado, sin ropa. Un equipo de inspección fue enviado al Fuerte de la Colina, que completaba en la costa meridional del golfo de Finlandia el sistema defensivo de Kronstadt, e hizo un informe de lo más tranquilizador: «Guarnición concienciada políticamente y disciplinada, ningún indicio de traición». Había que alimentar a la tropa hambrienta, a las grandes fábricas, a la población diezmada por el tifus y por el cólera, de los que los periódicos tenían orden de no hablar. Los trenes de víveres anunciados no llegaban, bien porque no habían partido o bien porque en el camino los habían detenido las ciudades hambrientas. El Consejo de Defensa autorizó extraoficialmente la requisa de alimentos en los campos de los alrededores.

Los campesinos se armaban de hoces, desenterraban viejas ametralladoras, sacaban de los escondites pedazos de fusiles y ponían en fuga a los destacamentos obreros, si es que no habían destripado ya a los agitadores durante la noche. Los popes anunciaban el fin del Anticristo. La gente se reunía en las veladas para leer los llamamientos del Ejército Blanco que prometía el orden, la paz, el respeto de las propiedades, el castigo de los judíos y el reparto de pan blanco. Hogazas blancas traídas del frente pasaban de mano en mano levantando la admiración. En cada pueblo se confeccionaban listas de sospechosos a los que denunciar cuando llegaran los blancos. Cualquiera que tenía viejas cuentas que saldar con su vecino se aseguraba de que este fuese incluido en dicha lista. Los verdes dominaban regiones enteras. Obedecían a un único cuartel general, formado por comandantes capacitados. Esos desertores, que se negaban a pelear por cualquiera de los dos bandos y que, no siendo ni blancos ni rojos, blandían el color de los bosques que eran su refugio, terminaron formando un ejército tan regular como los otros, inclinado a coordinar sus acciones con los blancos contra los rojos, puesto que estos eran aún los más fuertes. Cuatro mil verdes ocuparon la región de Velíkiye Luki. Había probablemente quince mil en la región de Pskov.



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